Plegarias de ausentes,
de distancias,
de anhelos,
los besos no dados
y los abrazos pendientes
en mi piel y en sueños
se anudan como sirenas,
anfibias serpientes
que delicadas se miran,
se tocan, se dicen,
se escuchan, se encienden.
Del río enamorado al templo del
amor
el agua las mece, la piedra las
junta.
Del templo ilustrado al río veloz,
la piedra las fija, el agua las usa.
Los abrazos pendientes
son eros erosionados,
que renacen sin embargo de su
fuga
y en los espejos del tiempo y del
agua
en mi piel se multiplican.
en mi piel se multiplican.