martes, 20 de noviembre de 2012

AMANECER PINTADO EN TI






Tú lo sabes,
es evidente el parecido.
Eres ahí
mi ávida flor

y al evocarte intensamente

en tu olor te miro
abrirme

tu súbito esplendor 

más desnuda que la desnudez

e inclino mi devoción, mi sed, 

a los pliegues del amor

que anoche
para mí
en mí
has removido.

Pero,
¿fue sueño jardín,
el delirio floral
de conocerte
ahí, así,
en detalles
y minucias?

Después lo sé:
amanezco
pintado en ti,
en tu cabeza,
como tú en mí.

Y se alegra el cuerpo
más allá de mi sonrisa.
Catarata en la piel,
escalofrío.

Lo que se dijo sin decir
Lo que se dejó de decir
Lo que se tocó
minuciosamente
con la mirada
duerme en efervescencia
y despierta
lo que se anhela.
Esa flor del parecido.
Conocer con precisión
tu esplendor.
Se sueña,
se espera,
se imagina,
se reitera,
se reinica
el recuerdo
y el anhelo
se multiplica.

Y de pronto,
En tus labios,
la flor del querer,
otra
y tal vez la misma
surge y se abre,
en dos palabras,
alegra de otra manera,
apacigua.
Pero el sueño
reinicia.

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El cuadro: Pink Sweet Peas 2, 1927, de Georgia O'Keeffe.

jueves, 15 de noviembre de 2012

MI DURO VAIVÉN ENTROMETIDO



De nuevo en ti.
De nuevo muevo aquí
un sueño, dos anhelos,
mi duro vaivén entrometido,
mi sangre delirante.
Mi oleaje entre tus piernas
y su espuma.
Mi arena removida
mar adentro.
De nuevo soñé que entraba en ti
como desliz apetecible y absoluto,
como si hundiera mi cabeza
al otro lado del espejo.
De nuevo tus piernas y las mías,
multiplicaban sus andanzas,
mil caminatas
en el aire.
La danza prometida.
El sueño de andar, muy juntos,
en varias realidades
y distintas direcciones
simultáneas.
Tu ibas y yo contigo y sin ti,
era aire entre tus piernas,
y piedra en el fondo,
donde confluyen tus dos ríos.
Habitante obscuro de tus pasos:
A veces luz perdida,
a veces sombra
del deseo que palpita
sin cesar
camino
al cielo,
en ti,
en mí,
paso a paso.

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Ilustración: "Escultura viva", de Hans Breder, 1973.
Este poema, leído por el autor
en un video de homenaje a Breder:

lunes, 3 de septiembre de 2012

VIAJAR, PRINCIPIO VITAL



Dicen aquí, con palabras de dos sílabas y doce vocales distintas, que viajar es despertar de pronto en otra parte con la boca llena de una lengua desconocida.

Viajar, lo sé, es abrir los ojos en dos lugares al mismo tiempo.

Viajar es tener hambre y antojo de lo de aquí y de lo de allá,
y descubrir con asombro lo que nunca has probado.

Aquí, el tiempo del viajero se mide por bocanadas de aire debajo de las suelas.
Se necesitan más para subir montañas y menos para bajarlas.
Más o menos mil suelas levantadas forman una noche
y cada veinte ocho mil suelas la luna se llena.

Viajar, lo se, es dibujar el mundo con el cuerpo. Con pasos lentos o acelerados.

Añorar un destino incierto, un nombre iluminado en el mapa, palabras nuevas acariciando el oído: amanecer allá.

El viaje, aquí, es una llama en movimiento.
Y viajar es sentir su llamado, como los insectos van hacia la vela.

El viaje, para mí, comienza cuando ese fuego incierto que abre la mirada a lo nuevo se apodera definitivamente de mis sentidos.

Viajar es hipnótico: se hace a través del cuerpo de la noche,
soñando con los ojos abiertos.

El viajero es un colibrí con hambre, alas de colibrí su mirada.

Viajar: embriagarse de luz.

Cuando viajo vivo dos insomnios que se enciman, se acompañan, comparten descubrimientos, se aman a ratos, discuten, gozan.

Viajar es el placer vertiginoso de descifrar todo lo nuevo, aprender, preguntar, perderse, reencontrar.

Viajar es conocer a mucha gente y a veces es una soledad muy poblada.

Viajar, con el propio reflejo en la ventana, es mirar del otro lado del espejo
 y entrar en él.

Viajar es trazar un atlas del alma.

Viajar es erupción, es canto, es trote ajeno. Ritual de religiones desconocidas.

Ciudades que descifrar, lugares que pronunciar por primera vez y para siempre dentro.

Viajar es entregarse con fe, no ciega sino con inocencia visionaria, a eso que podemos llamar la gracia de un lugar.

Viajar es, algunas veces, regresar muy poco a poco.
Pero siempre con una parte del mundo grabada en la piel. Cicatriz que al atardecer cosquillea.

Hacer del desplazamiento gozoso una manera de estar en la vida, una poética.
Porque viajar es lanzar un puño de tierra al aire y escuchar cómo cuenta una historia.

Entregarse al viaje, a ese agitado misterio que respira.

Viajar es el deseo de ser otro en otra parte. Y allá de nuevo, desear...
  
Hoi An, Vietnam, 2012


Leído por el autor, en un video hecho por él, aquí: Viajar, principio vital