Dicen aquí, con palabras de
dos sílabas y doce vocales distintas, que viajar es despertar de pronto en otra
parte con la boca llena de una lengua desconocida.
Viajar, lo sé, es abrir los ojos en dos lugares al mismo tiempo.
Viajar es tener hambre y antojo de lo de aquí y de lo de allá,
y
descubrir con asombro lo que nunca has probado.
Aquí,
el tiempo del viajero se mide por bocanadas de aire debajo de las suelas.
Se
necesitan más para subir montañas y menos para bajarlas.
Más
o menos mil suelas levantadas forman una noche
y
cada veinte ocho mil suelas la luna se llena.
Viajar,
lo se, es dibujar el mundo con el cuerpo. Con pasos lentos o acelerados.
Añorar
un destino incierto, un nombre iluminado en el mapa, palabras nuevas acariciando
el oído: amanecer allá.
El
viaje, aquí, es una llama en movimiento.
Y
viajar es sentir su llamado, como los insectos van hacia la vela.
El viaje, para mí, comienza cuando ese fuego incierto
que abre la mirada a lo nuevo se apodera definitivamente de mis sentidos.
Viajar es hipnótico: se hace a través del cuerpo de la
noche,
soñando con los ojos abiertos.
El viajero es un colibrí con hambre, alas de colibrí
su mirada.
Viajar: embriagarse de luz.
Cuando viajo vivo dos insomnios que se enciman, se
acompañan, comparten descubrimientos, se aman a ratos, discuten, gozan.
Viajar es el placer vertiginoso de descifrar todo lo
nuevo, aprender, preguntar, perderse, reencontrar.
Viajar es conocer a mucha gente y a veces es una
soledad muy poblada.
Viajar, con el propio reflejo en la ventana, es mirar
del otro lado del espejo
y entrar en él.
Viajar es trazar un atlas del alma.
Viajar es erupción, es canto, es trote ajeno. Ritual
de religiones desconocidas.
Ciudades que descifrar, lugares que pronunciar por
primera vez y para siempre dentro.
Viajar es entregarse con fe, no ciega sino con
inocencia visionaria, a eso que podemos llamar la gracia de un lugar.
Viajar es, algunas veces, regresar muy poco a poco.
Pero siempre con una parte del mundo grabada en la
piel. Cicatriz que al atardecer cosquillea.
Hacer del desplazamiento gozoso una
manera de estar en la vida, una poética.
Porque viajar es lanzar un puño de tierra al aire y
escuchar cómo cuenta una historia.
Entregarse al viaje, a ese agitado
misterio que respira.
Viajar es el deseo de ser otro en
otra parte. Y allá de nuevo, desear...
2 comentarios:
Qué maravilla! curiosamente leerte me hizo viajar, me llenaste los ojos de vívidas imágenes mentales...
Muy buenooo!!!!!!!!
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