El
eco
de
tus palabras
resuena
a
cielo abierto,
tanto
como
en el cuarto
donde
al oído
nos
dijimos
gemidos,
dolores, alivios.
Lo
que grites a la luna
escucho
antes del grito
Porque
sembraste
el
grano de tu voz
en
mis latidos.
Todo
a tu voz modulado:
transes,
destellos, bramidos,
desgarros,
caricias, llantos,
sonrisas,
ardores, quejidos,
goces
dobles, múltiples, ambiguos.
Todo
lo extremo
en
el aire que me circunda,
me
agita, me atraviesa,
lleva
tu voz duplicada.
Embebido
de ti,
mis
mareas errantes
se
alteran
aquí
o allá
cuando
al mirar así
llenas a la luna
para
llamarme.
No
olvides
que
no olvido,
que ya
no sé cómo
no
escucharte dentro.
Fuera
de aquí y ahora,
dentro,
muy adentro,
doble,
repetido,
el
eco de tu voz
adormecido.
Y
cuando sale el sol,
con
el silencio lunar que respiras,
amaneces
de nuevo conmigo.
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Una versión leída por el autor en este VIDEO
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