lunes, 3 de septiembre de 2012

VIAJAR, PRINCIPIO VITAL



Dicen aquí, con palabras de dos sílabas y doce vocales distintas, que viajar es despertar de pronto en otra parte con la boca llena de una lengua desconocida.

Viajar, lo sé, es abrir los ojos en dos lugares al mismo tiempo.

Viajar es tener hambre y antojo de lo de aquí y de lo de allá,
y descubrir con asombro lo que nunca has probado.

Aquí, el tiempo del viajero se mide por bocanadas de aire debajo de las suelas.
Se necesitan más para subir montañas y menos para bajarlas.
Más o menos mil suelas levantadas forman una noche
y cada veinte ocho mil suelas la luna se llena.

Viajar, lo se, es dibujar el mundo con el cuerpo. Con pasos lentos o acelerados.

Añorar un destino incierto, un nombre iluminado en el mapa, palabras nuevas acariciando el oído: amanecer allá.

El viaje, aquí, es una llama en movimiento.
Y viajar es sentir su llamado, como los insectos van hacia la vela.

El viaje, para mí, comienza cuando ese fuego incierto que abre la mirada a lo nuevo se apodera definitivamente de mis sentidos.

Viajar es hipnótico: se hace a través del cuerpo de la noche,
soñando con los ojos abiertos.

El viajero es un colibrí con hambre, alas de colibrí su mirada.

Viajar: embriagarse de luz.

Cuando viajo vivo dos insomnios que se enciman, se acompañan, comparten descubrimientos, se aman a ratos, discuten, gozan.

Viajar es el placer vertiginoso de descifrar todo lo nuevo, aprender, preguntar, perderse, reencontrar.

Viajar es conocer a mucha gente y a veces es una soledad muy poblada.

Viajar, con el propio reflejo en la ventana, es mirar del otro lado del espejo
 y entrar en él.

Viajar es trazar un atlas del alma.

Viajar es erupción, es canto, es trote ajeno. Ritual de religiones desconocidas.

Ciudades que descifrar, lugares que pronunciar por primera vez y para siempre dentro.

Viajar es entregarse con fe, no ciega sino con inocencia visionaria, a eso que podemos llamar la gracia de un lugar.

Viajar es, algunas veces, regresar muy poco a poco.
Pero siempre con una parte del mundo grabada en la piel. Cicatriz que al atardecer cosquillea.

Hacer del desplazamiento gozoso una manera de estar en la vida, una poética.
Porque viajar es lanzar un puño de tierra al aire y escuchar cómo cuenta una historia.

Entregarse al viaje, a ese agitado misterio que respira.

Viajar es el deseo de ser otro en otra parte. Y allá de nuevo, desear...
  
Hoi An, Vietnam, 2012


Leído por el autor, en un video hecho por él, aquí: Viajar, principio vital