sábado, 24 de abril de 2010

TUS LABIOS ROJOS

Agua,
hilitos de agua
que tocan la garganta 
sin dejar de sentirse en los labios.
Agua
que pones en mi boca
con la tuya.

Y en tus labios
huellas
de una leve mordida
y una lengua tenaz
en los pliegues leves
de un beso.

El olor de la manzana
que mordías,
no verde, roja,
me obliga
de nuevo
a cerrar los ojos
para sentirme
devorado,
bebido,
convertido
luego en un olor
en tu memoria.

martes, 20 de abril de 2010

ELOGIO PAUSADO DEL REMO Y EL INSTANTE



Si lo piensas, verás:
el lago que navegas,
donde tu sombra flota
mientras tu barca avanza,
lenta, muy lentamente,
es una montaña invertida.
Tocamos sólo su base,
la huella amplia y movediza,
de agua y luz que se evapora.
Superficiales, la llamamos lago,
pero es una montaña honda.
Se siente abajo, se adivina.

Y la otra,
la que parece que aparece
sin que la pienses:
tan alta como el cielo,
tan ancha como el aire,
es más bien reflejo fiel y fugaz del lago
sobre una nube densa que pasa.
Es fantasma y sombra erguida
de la montaña líquida y profunda.

Se levanta sonámbula
con cabeza trunca de volcán dormido.
Cabeza que en mis sueños se estira
como queriendo salir
del caparazón de una tortuga.
¿O es el cuello sin cabeza
de un gigante de tierra y humo
que lleva en el pecho
-en vez de corazón y latidos-
una barca diminuta
luchando rítmicamente
contra su leve deriva,
contra su destino?

Un hombre rema,
espera, vuelve a remar
sin saber a dónde va,
de dónde viene, quién lo piensa,
quién lo empuja, quién lo mira.

Si vivir es navegar lo incierto,
y remar a contra bruma
entre dos montañas,
casi invisibles, casi en fuga,
yo miro mi sombra hundirse
y elogio al remo y al instante.
Uno abre en el lago obscuro del tiempo
una rendija, el otro la hace breve
pero profunda.

Y por ella miro
de pronto, a veces,
mucho más de lo que veo.



*Poema escrito sobre la fabulosa fotografía de Pedro Tzontemoc al inicio de esta entrada. Parte de su proyecto. "Cincuenta miradas sobre un instante." La foto es portada también de su libro de fotografía EL ser y la nada, con texto de David Huerta, publicado por Artes de México en su colección Luz Portátil.

sábado, 10 de abril de 2010

BIOGRAFÍA DE UN DESEO

Estuvimos en medio
de tanto que nos es ajeno:
la calle iluminada
de luz que no nos incumbe
ni nos toca;
labios rutinarios
con dinero en la boca;
la ambición de los otros
como lengua de fuera;
la vida sin alma
de uno que llega 
a donde dice que sueña;
la ausencia de intensidad
con brillo estable;
todos los afrodisíacos ajenos:
fama, poder, riqueza;
la escalera sin imaginación
que sube y baja y sólo eso;
la humareda que se estanca
y que envenena;
el techo inanimado;
las piernas siempre dormidas;
el viaje que no haremos.


Y en medio de lo ajeno
todo lo nuestro:
las palabras al oído,
los ojos que no se cansan
de indagarse,
los besos pequeñitos
que fueron grandes,
el sari a tus pies
recién caído,
los pescadores de perlas sin libreto,
la cita puntual,
el insomnio antes de la cita,
el vino y el poema,
el abrazo sorpresivo,
la felicidad sin sombras,
el plan perfecto
para mañana,
las ciudades poseídas
en complicidad perpetua,
los billetes falsos que nos dieron
como en un juego que perdimos
sin que importara,
los gritos de placer verdadero
como en un juego que ganamos
para siempre,
el salón de baile 
como iniciación
a un mundo nuestro,
la isla capital
que compartimos
paso a paso,
el aeropuerto,
la despedida.
La plenitud como equipaje.
Y un día tal vez,
el azar,
de nuevo.

jueves, 8 de abril de 2010

UN ESPEJO AL PIE DE LOS ARROZALES

Tú bambú, 
yo viento,
tú murmuras cuando me meto entre tus hojas,
yo tomo la forma de tu estremecimiento,
tú cantas moviendo lentamente la cabeza,
yo soplo en tu nuca: sigo o empujo tus movimientos,
tu pubis es un coro de bambú que agito al acercarme, 
yo me vuelvo contrapunto alado de tus vaivenes púbicos,
tú te inclinas y me tocas, me azotas suavemente, me acaricias,
yo bailo al ritmo que tus manos sueltan,
tú sonríes y te brilla la mirada, 
yo me vuelvo por ti plenitud murmurante,
tú trepas por mis nudillos hasta el cielo,
yo me ato a tus rodillas y entre ellas bebo,
tú te detienes y avanzas, imprevisible,
yo te escucho quieto,
tú te transformas, cantas, te vistes de aire,
yo me vuelvo hojas que al pasar agitas,
tú lluvia clara,
yo sediento,
tú luz tenaz entre las hojas
yo bambú,
tú viento.





miércoles, 7 de abril de 2010

EL GATO MIRA Y SE VA


El fantasma de un gato.
La sombra de un gato en movimiento.
La obscuridad de la boca de un gato
                        que maulla lejos.
El precipicio que huele un gato
                        en la vagina de una gata en celo.
La línea negra vaginal en el ojo del gato.
La famosa insumisión de los gatos 
                        sentida como obscuro misterio.
La parte secreta del beso de un gato 
                               que acecha abajo de su lengua.
Su olor tan sólo.
La huella del gato en la comida del perro.
El gato al sol, secando olvidos.
El gato que simula no escuchar su nombre.
Los celos del gato.
Los bigotes tensos del gato.
En la oreja de la siamesa, 
esos tres pelos negros.

La ausencia del gato.
La idea del ratón
                  en la memoria involuntaria de su garra.
El gato fugaz que ves cuando me miras.
Un gato negro cruzando la calle.

Las ciudades 

al amanecer
que se van quedando 
reflejadas,
profundas,
movidas,
como un mar
en los ojos del gato
que parpadea.

De todas estas cosas felinas
el fantasma junta las sombras
para formarse un cuerpo
por un instante.

El fantasma del gato escapa, 

es cierto,
pero el gesto de tu deseo 
como gato jugando 
con una presa
lo provoca,
lo deja ir,
lo escucha,
lo atrapa,
lo sueña,
lo olvida.

Instante
de plenitud,
lo incierto
en la rítmica
fugacidad
de la mirada
del gato.







Una versión de este poema, leída por el autor AQUÍ.



martes, 6 de abril de 2010

BAJO EL CIELO DE CELIA

Estar contigo es festejar
lo excepcional de cada día:
      la inesperada aparición de la glicina
con la promesa perfumada
que inundará la veranda,
      el sabor expansivo
del vegetal inusual
que esta mañana descubriste
en el mercado
y transformaste
con tu fuego
en sorpresa del paladar,
      la cosa extraña y bella
que las manos
de alguien en algún lugar
lejano y desconocido,
para todos pero no para ti,
creó con sabia pasión artesanal
ante tus ojos: aparición radical,
epifanía propiciada por tu afán
de gozarla, de compartirla,
      la escena vivida
hace poco o hace tiempo
que relatas entusiasmada
con lúcida visión
dando a este mundo un orden
mejor que el que tenía
antes de que tú lo contaras,
      tu tenaz crónica visual de lo vivido
que muy poco después
nos hace apreciar
la fugacidad y la plenitud
de cada instante,
      el nuevo amigo que acercas
a la mesa y a nosotros
como un descubrimiento,
      los amigos de siempre
atados
a lo que compartimos mejor
por el nudo más fuerte:
el de tu afecto,
      y los hijos y los hijos de los hijos,
aflorando en los rituales festivos
que tu tejes para que florezcan
simplemente enriquecidos por ellos,
      y al mismo tiempo y sin decirlo,
por tu presencia,
como todos nosotros
festejando hoy y siempre
la delicada música
de tu conversación.

      Estar contigo es celebrar
con todos los sentidos
la persistencia alegre
y simple de la vida
compartida
bajo este cielo
del color
de tu mirada
donde tú logras
que se respire
mejor.
-----------
En el cumpleaños 80 de Celia, 10 de marzo 2010.



DECIR ES DESEAR

La boca que dice es sexo que canta.
Decir es desear
 y tocar con manos invisibles.
Decir es saborear al mundo
                    y ser devorado por él.
Decir es entrar en la selva 
con los ojos cerrados.
Decir es soñar y actuar el sueño.
Decir consume nuestro aliento
pero nos da existencia.
Decir conjura las ausencias.
Decir es parvada de nubes
         y polvo en estampida.
Decir hace llover, apaga estrellas,
         retira mares, rompe piedras.
Decir es música muy lenta.
Decir nos conduce al fondo del silencio: 
         un abismo habitado de deseos.
Decir es y no es.

lunes, 5 de abril de 2010

LA LUZ DESOBEDIENTE
EN UN HUTONG DE BEIJING



De noche
hasta los uniformes
dan la espalda
a los edictos
y en los callejones
secan
sus trajines.

Ahí incluso la luz,
en vez de ser consigna,

u orden inapelable
sabe ser caricia,
claroscuro,
poema quieto,
callado. 

El bullicio
deja de rascar los cielos
y China
de pronto
casi en secreto
es otra vez
sabiamente humana
en los rincones
que, por lo pronto,
se han salvado.