viernes, 31 de enero de 2014

UN BESO ILUMINADO




El círculo perfecto
del amor
es un ámbito,
un lugar inesperado
de geografía fugaz,
una aventura,
un incesante regreso.

Un beso iluminado
extiende suavemente
su calor
a todo el cuerpo.
La sangre ayuda
con su secreto ritmo acelerado.
Un beso fugaz,
en su lentitud ritmada
sabe volverse eterno.
Beso promesa
de otro beso
y otro más
que misteriosamente
es el primero.
Besos que cuando se van
regresan.
Despiertan en la piel
ecos profundos
de besos
que vendrán.
Me habita tu beso,
tu sed de mí,
tu mano posesiva,
tu cuerpo voraz,
tu grito,
tu sabor a mar
tu beso.
Al círculo perfecto
del amor
se entra sin duda
por tu boca.
Suena,
huele,
sabe
a ese beso.




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Una versión del poema, leído por el autor en video, 
se puede ver AQUÍ










martes, 21 de enero de 2014

LA INCREPADORA DE CHENGDÚ



Ella ata su voz
al capricho ascendente
del incienso.
Trepa sus palabras de humo
al caballo bronco de este olor.

Y no crepita una vara
sino un bosque
en la mano izquierda.
Con la otra hace cuentas,
pases, señas,  amenazas.

De pronto canta y baila
y grita al cielo.
Reclama, exige, niega
y vuelve a la plegaria.

¿Dónde hacía estos rituales
cuando estaban prohibidos
con pena de muerte?
Décadas de contacto secreto
con sus dioses. 
Pensarlo da escalofríos.

Su gesto me lleva sin más
a mirar al cielo
y murmurar los nombres
de los míos, lejos,
o ausentes.
A viajar en humo
y anudarme
ardiendo
en secreto,
lentamente,
en su incienso.


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Una versión de este poema puede leerse en este video que muestra luego unos minutos de la Gran Increpadora:  pique AQUÍ.
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Vuelvo a verla y me exaspera y me conmueve. Me habita. Me doy cuenta de que me recuerda a mi abuela materna, que algo tenía de bruja buena y de pronto le daba por ahuyentar fantasmas con una espada imaginaria bajando una escalera. El tema de la relación con lo invisible, que obsesiona a este blog y al ciclo de libros de Mogador, renace en esta mujer y su diálogo ritual con el más allá. Aquí es evidente e interesante para mí la relación entre el deseo intenso como escalera hacia lo que está más allá de nosotros.
      Invitado a China por el Festival literario de las librerías Bookworm, pude visitar, entre otros sitios apasionantes, este templo excepcionalmente preservado en una ciudad que fue muy bella, destruida en gran parte por el tsunami de concreto que urbaniza a toda China. Entre otras sorpresas, ésta: En el Templo Taoísta de las Dos Cabras Verdes, en la ciudad china de Chengdú, de pronto una mujer hizo ante nosotros un ritual inusitado y maravilloso. Más de media hora estuvo cantando y hablando bruscamente con sus dioses, reclamándoles cosas, festejándolos también. Ella era, esa tarde de febrero 2010, la Gran Increpadora de una nueva mitología post maoista. Ese día la filmé rudimentariamente  y escribí este poema. 



viernes, 10 de enero de 2014

LUZ DE INVIERNO



Dedos de hielo,
dedos de luz
pintan
sobre sobre el muro
hojas y ramas.
Y se van moviendo
al pasar las horas
como si el tiempo
fuera el viento
que las mece.

También la persiana
 es cuaderno fugaz
de esta luz de invierno
quebradiza
que esculpe los troncos
como sombras
de un sueño
y hace del árbol
extraña geometría
plegable.

A otra hora:
el árbol entero avanza
adentro del estudio.
La reja,
cuadrícula de sombras,
no la detiene,
se diluye entre las hojas.
Y esas sombras
en la luz
todo lo tocan.
La luz abre
delicadamente
los cajones. 
Alborota
a los pájaros
bordados
que la esperan.

Sentada 
en la banca de la ventana
hojea los periódicos
y acaricia la escultura
de cerámica azul,
afila sus puntas,
hace brillar sus estrellas.

A otra hora,
aún más entrometrida,
deshace la cama,
y despierta a la máscara
del jaguar en la cabecera.

Luz de invierno,
mano luminosa
que todo lo dibuja
y a todo da nueva vida.
Desnuda,
como tú,
esta luz te toca,
te acaricia.
Como mis ojos
quiere habitar
lentamente
todas las sombras
de tu cuerpo.












*** Una versión anterior de este poema, leída por el autor, puede escucharse AQUÍ