Llegó ese momento en que los amantes
tienen ya los labios adoloridos
de comerse uno al otro.
tienen ya los labios adoloridos
de comerse uno al otro.
Y hasta el viento que los toca
enciende de nuevo sus sensaciones.
enciende de nuevo sus sensaciones.
A esa hora más que a ninguna,
las palabras pueden ser bravos detonantes
y, en apariencia desde la nada:
desde el aire que cabe en sus vocales,
pueden avivar una y otra vez
las palabras pueden ser bravos detonantes
y, en apariencia desde la nada:
desde el aire que cabe en sus vocales,
pueden avivar una y otra vez
el fuego de la sangre.
Porque los amantes son frágiles
como papel
ante el roce ardiente de ciertas palabras.
como papel
ante el roce ardiente de ciertas palabras.
Los amantes se miran con los dedos
pero se dibujan y se tocan con la boca.
pero se dibujan y se tocan con la boca.
Los amantes se escuchan
incluso a través de sus silencios.
incluso a través de sus silencios.
Los amantes se describen,
se reinventan, acuñan términos
se reinventan, acuñan términos
que en sus labios lucen nuevos.
La palabra de un amante es una cosa,
un objeto de aire
que de pronto se aviva
y late a la temperatura
y al ritmo del cuerpo.
un objeto de aire
que de pronto se aviva
y late a la temperatura
y al ritmo del cuerpo.
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Primera página de Nueve veces el asombro (ed. Alfaguara).
4 comentarios:
Sigues haciéndome flotar con tus palabras, llenando de dardos mi existencia, Gracias inmensas
Hermoso
Hace tiempo que no me sentía tanto un poema.
Gracias
Me voy a tomar el atrevimiento (y ruego no se lo tome a mal) de regalarme a mí misma este hermoso poema, ya que coinciden con mi cumpleaños su publicación aquí y mi descubrimiento de él.
Una que es atrevida, y amante.
Gracias.
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