sábado, 4 de septiembre de 2010

EL ADIOS DEL SAUCE


Algunas noches de otoño
las cosas dicen,
obsesivas,
todo lo que siento.

Una mancha de café
sobre el cuaderno.
Un lápiz sin punta.
El amuleto roto
que casi se extravía.
El reloj descompuesto.
El grillo nocturno
que no sé por qué
hoy se ausenta.
La lluvia indecisa.

La electricidad que se va
y me deja ciego
como una amada
que de pronto ama a otro.
Y hasta la luz del sol dura tan poco,
tan poco y menos cada día.

Mi reloj se atrasa
aferrándose al instante
de un ayer tan pleno.
Tu voz se aleja, decidida,
y va perdiendo
en mi cuerpo su eco,
su luminosa transparencia.
Tal como deseaste que ocurriera.

Aquel sauce
al borde del río,
que el viento agita
y el agua aquieta,
me dice en sus vaivenes
tus palabras, tus silencios.
El sauce dice adiós
mucho antes de irse,
o de ocultarme en la noche
su silueta.

Busco tu sonrisa
en el espejo del río.
Pero el sauce indeciso
mete la mano al agua
y lo rompe.

Con el aire 
que acaricia
mi rostro incierto
barres tu nombre
pero en el viento
un fugaz silbido,
terco y mal,
te deletrea. 


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*Caligrafía de Hassan Massoudy, doblemente apropiada para este poema:  Tiene la forma de una punta de rama de sauce agitada por el viento y dice: "¿Cómo meterme en los sueños de ella?" 

1 comentario:

Ana María - Penélope dijo...

Poema hecho de silencios y de imágenes, de sueños y de ese inasible estado del no-deseo.
Me gusta la desazón comunicada de una manera tan suave como la mano que roza apenas la espalda.
Abrazo de luna menguante
Ana María