Desde el insomnio, un sueño despierto es un umbral, una puerta hacia el desierto, una promesa de infierno o paraíso. Otro reino a lo lejos: un anhelo y un misterio. Un sueño es despertar y descubrirse en caravana. Y toda entrada o salida primordial hacia el desierto es siempre imagen palpitante de tu cuerpo: ¿es espejismo tu comisura vertical, el arco doble y almendrado de tus piernas, la boca de tus vientos marinos, tus ojos que al mirar me invitan a salir de mí para observarte con más calma, entrando en el delirio que fluye cálido y profundo en la noche iluminada de tu cuerpo?
Voy de mi sombra
hacia el resplandor solar
de tu presencia.
Tocar tu piel
es conocer la frontera
entre un mundo encandilado
y la noche
que llevas dentro.
La que de nuevo me ordena
como la llama al insecto:
ven.
Cabalgo en mi estatura dromedaria,
cabeza sin cabeza,
trote sin prisa
ni compostura,
como un sueño con sed
y sin aliento,
que parte en caravana
desquiciada.
Obedezco.
------------------ Fotografía de Gabriel Figueroa Flores, del libro Lugares prometidos, Artes de México, Colección Luz Portátil, 2006
*Fotografías de Alejandro Zenker, de las manos del autor y las manos de Leda Rendón, que debían ser el cuerpo de las ilustraciones del libro titulado La huella del grito, publicado por Zenker en la editorial Minimalia. El libro entero, La Huella del grito, se puede ver AQUÍ. Y un montaje realizado también por Zenker de la sesión de fotos AQUÍ
de tu pubis hundo todo lo mío, sueños, memoria, ideas, y navego lentamente
tus olores,
tu sonrisa. Tus anhelos huelen, saben, hacen ruidos diminutos, líquidos. Así dices mi nombre,
ese sonido,
mientras mis dedos pacientes y curiosos, lentos, casi detenidos abren y acarician detalladamente los gajos labiales, la fruta púbica, que casi
has puesto con tu mano poderosa
en mi boca.
............................................ Para escucharlo leído por el autor y con un comentario sobre Claudio Bravo, aquí, en la revista virtual @SinEmbargomx
Verme en tus ojos mirándote en los míos y entrar por ahí a acariciar tu sexo desde adentro, nueve veces, hasta sentir de nuevo el estallido.
Un grito dentro de un grito dentro de un grito dentro de un grito que brota latigueante en todo el cuerpo.
El encuentro ritual de un delirio creciente y un cuerpo donde éste finalmente no cabe.
La obsesiva y fulminante continuidad de un cuerpo hacia donde es imposible que esté: hacia otro tiempo, hacia otro cuerpo.
La afirmación de la vida, no hasta la muerte (eso es del católico Bataille, tan dado a los sacrificios), sino hasta una mejor vida que, lo sabemos, sólo durará ese instante que sentimos eterno.
La transformación, imaginaria y sensorial a la vez, de quien deseamos, en paraíso absoluto, único, explosivo.
La ilusión, convertida en relámpago, de que tu sangre y la mía palpitan la danza loca y ritual que, por un segundo, nos vuelve dioses uno para el otro.
Una luz que ciega e ilumina y ciega e ilumina de manera creciente la llama que finalmente nos hace parte de ella.
El crujido final de la sagrada libélula en nosotros, enamorada de la vela sin remedio ni retorno (Attar dixit). ------------------ Leo una versión de este poema aquí.
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II
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NUEVE NUEVAS FUGAS DE UN ORGASMO esta vez muy contenido.
¿Qué es un orgasmo? Eso que con tanto esfuerzo rítmico evito para poder, algunas veces, multiplicarlo.
El camino delirante, accidentado, carnavalesco y lleno de sobresaltos hacia ti es una y otra vez mi orgasmo. Eyacular es otra cosa.
Actuar ese sueño infinito de ajustarme a tu vuelo hacia la llama de la vela que siempre, con la misma intensidad, nos llama y nos toma y nos hace continuar anhelándonos como llama.
Tu danza incendiada dentro de la mía, sin principio ni final.
La respiración que se acelera, se quebranta, se emociona de nuevo, encuentra su cadencia, crea otra, la pierde, la reencuentra, pero nunca cesa.
Eso que se esconde, que amenaza, que se instala en la larga inhalación que nos eleva y así se muestra largo y definitivo.
Eludir el éxtasis equívoco de la cumbre única del relámpago para entrar en el intenso ascenso espiral que giro a giro van dibujando nuestros cuerpos como una demorada tormenta eléctrica.
Esa flor solar que va creciendo entre nuestras piernas cuando anudadas se multiplican.
Esa luna llena que regresa y se va a cada parpadeo hasta ocultarse plena y radiante en el horizonte de agua de nuestros cuerpos.
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Leo una versión de este poema aquí.
el olor del aliento del sueño de don Marcelino ese mediodía.
------------------------------------------------- Se había quedado dormido, con la boca muy abierta sobre sus papeles mientras escribía en contra de los hombres de su tierra que se habían apartado de las reglas elementales de la fe, de la ley, de la ortodoxia. Y había despertado con sabor a manzanas muy fermentado en la boca. --------------------------------- Fragmento del capítulo final de la versión más reciente de Los demonios de la lengua. Ilustraciones de Joel Rendón.
No es tan sólo el parecido lo que altera mis sentidos sino la pasión cortante,
como un cuchillo tenaz
y penetrante, que abrió en la fruta,
para mis ojos sorprendidos,
esta vertical, inquietante,
como animada boca voraz.
En su húmedo silencio,
a punto parecede pronunciar
un deseo, un nombre, tal vez,
que ojalá fuera el mío.
El hormigueo de mi sangre, con su paso endurecido, obsesiona furibundo labios, sexos, ideas.
Tres ráfagas de vientos golosos que me ayudan a navegar sin cesar los apetitos,
detenidamente, hacia tu dulce chico zapote
por el corazón
engañoso de tu fresa y el fervor fermentado de tus higos. Y abajo, más abajo, hasta tus mareas saladas de palpitantes moluscos, bien llamados en la lengua del amor frutos de mar.
No es por majadería, frutal Rosa Borrás, que cuando te vea me verás como a todos tus muchos fans con la lengua muy de fuera empalagada de más, hablándote así,