Estas noches de calor
descubren
y humedecen
tanto la espalda,
como los sueños.
Destapan en la obscuridad
las preguntas perdidas
en la orilla horizontal
de lo que somos:
sudor, músculo, deseo,
entrega sin despertar
y olvido, inconsciencia
ya mucho antes
de haberla tenido.
Y sin dejar de soñar,
algunas veces,
de golpe te levantas
como una llama
ondulante,
como espejismo
del mar,
como altísima
marea amenazante.
Ya para entonces
mi vida es desvarío,
y ésta sigue siendo
la noche del calor
que nos une
y nos destapa.
Desdoblándose,
una y otra vez,
la llama de tu cuerpo
enciende el mío.
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Algunas veces los amantes se sorprenden despertando con
prisa. Van hacia el fuego a convertirse en llama. Ya nada más
los preocupa.
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Una versión leída por el autor, en video, aquí.
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