¿Recuerdas esa luz
que entró por la ventana
la primera mañana,
con el aliento del mar
que en ti nacía,
con el empuje del oleaje
entre los dos,
que hacíamos hondo?
Vaiven de luz
que nos mecía
para decirnos
claramente al oído:
ven, y ven y ven
más profundo.
Porque la luz
se enredaba:
la luz de afuera
y la de adentro,
la de la luna
que se despedía sin irse
y la del sol
que se instalaba
tocándonos sin concierto.
La luz translúcida
de tus párpados
y la luz húmeda
de tu sexo.
Iluminabas mi boca
mis manos,
mis testículos.
Tus pies nadaban
en sueños,
hacia mí.
En ese mar que
subió por tus piernas
y se enredó en las sábanas
arrastrándonos mar
adentro.
Hacíamos el amor al
despertar
sintiendo esa luz,
mirándola en sus vaivenes,
ayudándonos a mirar
desde mucho antes
de abrir los ojos.
de abrir los ojos.
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Los
amantes ven llegar el día desde adentro. Han sido iluminados mutuamente en
la noche por la intensidad y el viento ardiente que une sus cuerpos y al
despertar siguen haciéndolo. De ellos nace la primera luz del día.
4 comentarios:
Tienes la palabra precisa para decirle a mi amado lo que siento...
Que hermosa partitura lingüística y del intelecto. Talento natural para provocar a cualquier mujer.
Fascinante!
Adoro la expresión tan divina de amar.
Me encantó su conferencia ayer en la sala Olga Nolla en la Umet de Cupey PR. Gracias es usted un gran escritor. Sabe decir las cosas más atrevidas con la delicadeza y elegancia de una rosa...
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