lunes, 24 de mayo de 2010

APARECIDA




Vuelves a mí,
     al abismo de mis manos,
 a la orilla
      del sonido
            de la sangre
                    de mi cuerpo,
y me dejas escuchar los pasos
     veloces
            de la tuya.

Pego el oído
            a tu piel
(la mía es la prisión de tu presencia)
      escucho en ella
                    el murmullo
de un río en la noche,
     los secretos en tumulto
            de un corazón
que ya no late
            hacia mí.

Pones tu sonrisa en las manos de mis ojos,
            pones tus manos en mis hombros,
tus pies
      se enredan
             en mis piernas,
     se anudan
            como serpientes en celo
y tu mente
            en el mar de aquel olvido
donde flotan
                   nuestras frases
nuestros quejidos
            nuestros anhelos
                   de eterna conmoción
nuestra certeza
                   de ser indisolubles.

Te vas así
     cuando te acercas
y al irte
     me dejas
            más cerca de ti.

Mi piel es la prisión de tu presencia

...............................................
Una versión leída por el autor aquí.


3 comentarios:

C. dijo...

aaah!!!

Silvestre Valle dijo...

EXCELSO, ABSOLUTAMENTE DISFRUTABLE, INEVITABLE PENSAR EN ESOS ANORES, LOS IDOS Y VUELTOS.

SALUDOS AL MAESTRO

Ophir Alviárez dijo...

Mi piel es la prisión de tu presencia y yo suspiro...

Ophir